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Si bien los fenicios desarrollaron la técnica del vidrio soplado en el siglo 1 A.C, aún es incierto el origen de los vitrales (también llamadas vidrieras)
Durante el imperio romano se utilizó extensamente el vidrio para realizar todo tipo de objetos y abalorios pero recién en el románico aparecieron los vitrales. Normalmente se sitúa este período entre los siglos VI y XI. Fueron los romanos quienes hacia el siglo V comenzaron a combinar diferentes óxidos para lograr distintas coloraciones y dar así origen al vidrio de color.
Sin embargo, descubrimientos arqueológicos recientes en la Iglesia de San Vitale, en Rávena, Italia que datan del año 540 revelan que el arte islámico de medio oriente ya había desarrollado esta técnica con anterioridad y la había introducido junto con el comercio en Europa. Ésto tiene su lógica dado que fueron Siria y la Mesopotamia los que propagaron la industria del vidrio por todo el Mediterráneo.
Durante el período románico las formas constructivas condicionaron las obras con vidrio. Su arquitectura basada en anchos pilares, arcos de medio punto, contrafuertes en muros que sujetaban bóvedas y cubiertas, hacían que los vitrales tuviesen que adaptarse a ventanales estrechos. En la arquitectura gótica sus dos elementos estructurales básicos el arco apuntado u ojival y la bóveda de crucería permitieron una mejor distribución de las cargas y una altura muy superior a las construcciones. De este modo, se abrió un espacio para la creación de amplias vidrieras que no sólo permitieron aliviar los muros sino también reflejar en sus diseños los cambios simbólicos y culturales de la época.
La transición del Románico al Gótico se produjo progresivamente y a distinto ritmo en diferentes regiones de Europa. Esta expresión artística que se transformó en la principal forma de pintura monumental en los siglos XIII, XIV y XV transformó el concepto y la simbología de la luz en el interior de los edificios religiosos y permitió la creación de sublimes vitrales.
A lo largo de este período variaron tanto los diseños como sus materiales. Los avances tecnológicos en la elaboración del vidrio permitieron obtener distintos espesores y ampliar la paleta de colores incorporando nuevas tonalidades más allá de los clásicos rojos, azules, púrpuras y verdes. De formas más bien simples y geométricas se pasó paulatinamente a figuras pictóricas que en su momento culminante fueron realizadas por los principales pintores de la época quienes pasaban los cartones con los moldes a los maestros vidrieros. Las ventanas lanceoladas de gran altura o rosetones redondos fueron característicos de este estilo artístico.
La iglesia Sainte Chapelle de Paris es considerada uno de los edificios más importantes en la evolución de la arquitectura gótica del siglo XIII. Su diseño estructural que carece de soportes murales dió lugar a magníficas vidrieras policromadas que aún continúan filtrando luz a través de ellas. Otras vidrieras destacadas las encontramos en catedrales como las de Chartres, Le Mans y Tours (en Francia) u Canterbury, Lincoln y York en Inglaterra.
La mayoría de las vidrieras góticas fueron realizadas por artistas extranjeros muchos de los cuales permanecieron en el anonimato. Los ejemplos más sobresalientes de este arte en España se pueden apreciar en las catedrales de Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca, León y Toledo, también en muchos monasterios, iglesias y palacios de la época.